por KATARZYNA PUZON – Universidad Humboldt en Berlín
Este disco de goma laca procede de la colección del Lautarchiv, el archivo sonoro de la Humboldt-Universität zu Berlin. Es uno de los aproximadamente 4500 discos de goma laca que allí se guardan, la gran mayoría de los cuales son grabaciones de voz.
La historia de este archivo, y de todos los demás archivos de este tipo, está indisolublemente ligada a la invención del fonógrafo en 1877, que revolucionó la forma de reproducir el sonido. La ciencia también hizo uso de este novedoso dispositivo tecnológico. Musicólogos, lingüistas, psicólogos y etnólogos comenzaron a utilizar el fonógrafo y, más tarde, también el gramófono para registrar y estudiar los sonidos.
Tal fue el caso de la Comisión Fonográfica Real Prusiana, fundada en 1915, cuyo objetivo era registrar la música interpretada y los idiomas hablados por los soldados que habían caído en cautiverio alemán durante la Primera Guerra Mundial. Los soldados internados en los campos de prisioneros de guerra procedían de todo el mundo. Los científicos de diversas disciplinas vieron en ello una excelente oportunidad para realizar investigaciones en estos campos. Los prisioneros de guerra se convirtieron en objetos de investigación.
¿Cómo se escuchan estas grabaciones realizadas en discos de goma laca? Aunque se han digitalizado, los discos de goma laca todavía se pueden reproducir. El difícil legado que estos objetos llevan a la luz la palpable disonancia entre la necesidad de hacerlos ver (y de oír sus sonidos), por un lado, y la necesidad de abstenerse de hacerlo, por el otro. Este enigma podría resolverse, de hecho, con la idea del objeto silencioso (y la goma laca silenciosa). A través de la goma laca, los sonidos siguen siendo vistos en el disco, por así decirlo. El silencio actúa como una declaración sobre la controvertida herencia de las grabaciones. Así es como pienso sobre este objeto que se conserva en el Lautarchiv, donde las gomas laca se almacenan en habitaciones sin ventanas, separadas de sus sujetos.
Fuente: AAA/ Traducción: Maggie Tarlo