
por LIVIA GERSHON
Para los pastores de Mongolia, los perros son animales de trabajo cruciales, y mucho más. Como escribe el lingüista y antropólogo Baasanjav Terbish, ocupan un lugar fundamental en la cosmología de la cultura, que se basa en creencias budistas y chamánicas. Terbish explica que los perros son inferiores a los humanos en la jerarquía espiritual, pero también más cercanos a ellos que cualquier otro animal. En cambio, los lobos están por encima de los humanos, pero son más distantes. A diferencia de los caballos y el ganado, los perros que viven con las familias reciben nombres individuales. De hecho, los perros son los únicos animales que pueden reencarnarse como humanos en su próxima vida, por lo que todos los demás animales deben pasar por una vida como perro antes de alcanzar un renacimiento humano.
Cuando un perro muere, sus dueños lo preparan para su próxima vida poniéndole mantequilla (un alimento humano que se les niega a los perros en vida) en la boca, y cortándole la cola y colocándola debajo de su cabeza como almohada. Muchos creen que un perro puede renacer como un hijo de sus antiguos dueños. Y lo contrario también es cierto: los humanos que quieren permanecer cerca de sus familias después de la muerte pueden optar por reencarnarse como perros.
En general, Terbish escribe que los perros y los niños a menudo se agrupan. Por ejemplo, el primer día del Año Nuevo Lunar no se debe castigar ni a los perros ni a los niños. Y se dice que para saber algo sobre un hogar, debes “mirar a los niños y a los perros”.
Los perros son importantes para los pastores tradicionales de Mongolia como protectores de las personas y el ganado, y como compañeros de caza. Los mongoles se refieren al tazón de comida de un perro como un “círculo de bendición”, en referencia al papel del animal de proteger las posesiones de sus dueños.
Terbish escribe que las cualidades buscadas en los perros son paralelas al comportamiento ético humano, por ejemplo, la lealtad al hogar, el coraje, no robar comida y no atacar a animales más pequeños (entendido como algo parecido a la compasión humana). Los perros también pueden tener habilidades especiales para ver presencias sobrenaturales como fantasmas y espíritus, y para detectar terremotos o inundaciones con anticipación.
Sin embargo, en el pensamiento tradicional de Mongolia, incluso el perro más admirable se entiende como inherentemente impuro. No se les permite entrar a la casa, y se supone que la gente no debe abrazarlos ni besarlos. Los perros pueden ser castigados severamente y a menudo se mata a las cachorras. Las perras que sobreviven a menudo no son cuidadas, se vuelven callejeras o se van a vivir con lobos.
Terbish escribe que el trato cruel a los perros se volvió mucho más severo en las décadas de 1950 y 1960, cuando las autoridades comunistas de Mongolia atacaron las instituciones chamánicas y budistas de la nación. Sacrificaron a más del 90 por ciento de los perros de la nación en una campaña que afirmaba mejorar el saneamiento y erradicar las creencias supersticiosas irracionales.
Tras la caída del comunismo en la década de 1990, la importancia de los perros se recuperó, y muchos mongoles se interesaron mucho en la noción de que los perros mongoles “puros” son superiores a otros en sus habilidades y en el cuidado de los humanos, un renacimiento del respeto de la cultura por los perros con un distintivo toque nacionalista moderno.
Jstor. Traducción: Maggie Tarlo