
por NATHANAEL ANDRADE – Universidad Estatal de Nueva York
Es una parte sencilla de la historia de la Pascua: el gobernador romano Poncio Pilato mandó matar a Jesús de Nazaret a manos de sus soldados. Impuso una sentencia que los jueces romanos solían aplicar a los subversivos sociales: la crucifixión.
Los Evangelios del Nuevo Testamento así lo afirman. El Credo de Nicea, una de las declaraciones de fe clave del cristianismo, afirma que Jesús “fue crucificado bajo el reinado de Poncio Pilato”. El testimonio de Pablo, la primera persona cuya predicación en nombre de Jesucristo se conserva en el Nuevo Testamento, se refiere a la crucifixión.
Pero durante los últimos dos mil años fue común que algunos cristianos consideraran a Pilato casi inocente de la muerte de Jesús y trataran a los judíos como responsables, una creencia que ha marcado la historia global del antisemitismo.
Durante la época medieval, la Pascua fue a menudo una época peligrosa para las comunidades judías, a quienes los cristianos calificaban de “asesinos de Cristo”. Esta percepción fue fundamental para el odio que motivó la violencia masiva en Europa hasta los siglos XIX y XX, incluyendo pogromos en Rusia e incluso el genocidio nazi.
¿Por qué las enseñanzas cristianas prácticamente eximieron a Pilato de toda responsabilidad? ¿Por qué muchos cristianos alegaron la culpabilidad de los judíos?
La historia de los Evangelios
En los Evangelios, los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento, Pilato cree que Jesús es inocente de cualquier delito. En algunos de ellos, incluso lo proclama públicamente.
Pero los sumos sacerdotes del antiguo templo judío de Jerusalén ven a Jesús como un predicador judío carismático y popular que desafía su autoridad. Lo arrestan y lo juzgan ante Pilato durante la semana de Pascua.
Pilato planea la liberación de Jesús, pero una multitud alborotada clama por su muerte. Pilato cede y decide crucificar a Jesús, quien, según los cristianos, resucitó de entre los muertos tres días después.
Cualquier lector de los Evangelios conoce la secuencia, aunque varía ligeramente en cada uno de ellos. Los primeros Evangelios, compuestos al menos una generación después de la muerte de Jesús, culparon a los principales sacerdotes y a la multitud presente de persuadir a Pilato para que crucificara a Jesús. El Evangelio de Juan, escrito varias décadas después de los otros tres, presentó a los judíos en general como responsables, al igual que gran parte de la literatura cristiana primitiva.
Un relato, escrito a mediados del siglo II o después, y no incluido en el Nuevo Testamento, incluso afirmó que la crucifixión de Jesús no fue ordenada por Pilato. En cambio, culpó a Herodes Antipas, el gobernante judío de Galilea, la región donde Jesús creció. Otros textos posteriores a los primeros siglos d. C. afirman que Pilato se convirtió al cristianismo.
Historia romana
Los académicos han debatido durante mucho tiempo los hechos históricos del juicio de Jesús. En mi libro de 2025, Killing the Messiah, yo también lo hago.
Los testimonios evangélicos capturan los fundamentos de los juicios penales ante los jueces romanos, que se celebraban en público. Los jueces interrogaban a fiscales y acusados, y tenían amplio poder para decidir si una persona era inocente o culpable e imponer un castigo.
Los escritores que vivieron en el Imperio Romano retrataron a los jueces como caprichosos, irresponsables o influenciados por multitudes amenazantes. Los Evangelios reflejan esta actitud al presentar a Pilato como alguien obligado a condenar a un hombre inocente.
Pero desde el punto de vista de un historiador, existe un problema crucial con la descripción de los Evangelios. Los jueces romanos podían, y en ocasiones lo hicieron, enfrentarse a la destitución, la confiscación de bienes, el exilio o incluso la muerte por ejecutar a personas claramente inocentes. En otras palabras, parece improbable que Pilato hubiera proclamado a Jesús inocente, pero luego cediera a la presión y lo condenara de todos modos.
Otros escritores antiguos describen a Pilato como alguien que no tenía reparos en ofender a los judíos de Judea. Según el filósofo judío del siglo I Filón y el historiador Josefo, Pilato hizo que sus soldados llevaran a Jerusalén objetos que honraban a los emperadores romanos, lo cual los residentes judíos consideraban un sacrilegio. Cuando la multitud protestaba, a veces cedía. Pero sus soldados atacaron a una multitud agitada que se oponía a que Pilato usara el dinero del Templo para construir un acueducto. También masacraron una insurrección de samaritanos, personas que también afirmaban ser descendientes de israelitas.
Pilato no cedió indiscriminadamente ante multitudes hostiles ni hizo lo que los sumos sacerdotes deseaban. Dado que los prefectos romanos como él debían coordinarse con los sacerdotes judíos para gobernar Jerusalén, probablemente consideraba subversivos a quienes incitaban disturbios sociales contra ellos. Jesús habría entrado en esa categoría, pero ni Filón ni Josefo ofrecen ejemplos de que Pilato matara a personas después de absolverlas.
Creciente división
¿Por qué, entonces, Pilato mandó crucificar a Jesús? Como han argumentado muchos estudiosos, la respuesta simple sería que creía que Jesús cometió algún tipo de sedición, no que la multitud simplemente lo presionó.
Sin embargo, cuando se escribieron los Evangelios una generación después de la crucifixión, retrataron a Pilato como convencido de la inocencia de Jesús. Con el paso del tiempo, otras obras de la literatura cristiana antigua trasladaron la responsabilidad de Pilato a los judíos.
Las experiencias de los primeros seguidores de Jesús ayudan a explicar este cambio. Ellos, como el propio Jesús, eran judíos y lo consideraban un Mesías enviado del cielo. Pero a lo largo de los siglos I y II, se distanciaron cada vez más de los demás judíos, hasta que comenzaron a verse como miembros de un movimiento no judío: el cristianismo.
A ojos de las autoridades romanas, los cristianos eran problemáticos y en ocasiones se enfrentaban a procesos judiciales y a la pena capital. Además, Roma había infligido atrocidades y medidas punitivas a los judíos tras las insurgencias, lo que motivó aún más el distanciamiento de los seguidores de Jesús. Su literatura se volvió cada vez más hostil hacia los judíos.
Historiadores y académicos bíblicos siguen debatiendo por qué Pilato condenó a Jesús. ¿Fue por sugerir que era el Mesías o, en palabras de Pilato, «Rey de los judíos»? ¿Incitó Jesús a un disturbio en el Templo durante la Pascua, o acaso los funcionarios temían que pudiera hacerlo, incluso sin querer? ¿Participaron Jesús y sus seguidores en una insurrección armada?
Independientemente de la respuesta, como argumento en mi libro, la responsabilidad de la crucifixión recae en Pilato, no en los sumos sacerdotes ni en la multitud judía en Jerusalén.
Fuente: The Conversation/ Traducción: Maggie Tarlo