por MARK SCHULLER – Universidad del Norte de Illinois
El momento actual es un ajuste de cuentas en muchos frentes: la humanidad está al borde del apocalipsis autoinfligido. Las personas experimentan el momento actual como crisis individuales y colectivas simultáneas, se sienten abrumadas, traumatizadas, desesperadas. Pero es también en los períodos de crisis cuando la niebla de la ideología es más fácil de disipar. La antropología política tiene la oportunidad y la obligación de ayudar a las personas a ir más allá del enfoque del nicho para analizar problemas a través de lentes estrechos de diferentes especializaciones y articular una imaginación antropológica de abajo hacia arriba, deliberadamente inclusiva.
Una imaginación antropológica identifica temas aparentemente desconectados como el cambio climático, la xenofobia y la supremacía blanca como manifestaciones del capitalismo global. Nuestra tarea es resaltar los hilos que los unen y develar los procesos específicos de deshumanización que operan cuando la máquina de guerra capitalista apunta a grupos particulares de personas.
Una imaginación antropológica se basa en la empatía radical y engendra solidaridad, viendo nuestras vidas humanas ya conectadas entre sí, llevándonos más allá de ser aliados a actuar como cómplices. La antropología debe ir más allá de afirmar su relevancia y celebrar su postura activista, y debe participar en la organización colectiva, trabajando con, junto y detrás de los movimientos que emplean un enfoque interseccional. Esto significa desmantelar la torre de marfil y descolonizar la antropología, involucrando movimientos específicos, desde Black Lives Matter hasta Extinction Rebellion y los Dreamers, que aclaman una humanidad contingente deliberadamente inclusiva. En verdad, esta es la última resistencia de la humanidad.
Fuente: AAA/ Traducción: Mara Taylor