
por JEFF APRUZZESE – Universidad Drexel
Crecí tocando en muchas bandas diferentes, y mis compañeros y yo siempre mantuvimos la creencia de que si tan solo pudiéramos ser teloneros de un artista más establecido, eso allanaría el camino hacia un mayor éxito.
Cuando empecé a tocar en la banda de indie pop Passion Pit —un grupo conocido por sus sintetizadores brillantes, conciertos enérgicos y éxitos como “Sleepyhead” y “Take a Walk”—, comenzamos a ganar tracción y pronto tuvimos la oportunidad de abrir para la banda británica Muse, en lo que serían nuestros primeros conciertos en estadios.
Hasta entonces, habíamos estado encabezando conciertos en locales con capacidad para 3000 personas. Nuestro sello discográfico, mánager y equipo de contratación dejaron claro que este siguiente paso —tocar frente a audiencias masivas— nos catapultaría al estrellato.
La realidad fue diferente. Después de tocar en nuestros propios conciertos llenos, donde los fans vitoreaban y pedían bises, de repente nos encontramos en estadios con capacidad para 15.000 personas, donde parecía que todo el mundo nos ignoraba: charlando entre sí, todavía llegando a sus asientos o esperando en la fila para comida y bebida.
Fue una llamada de atención. La transición de ser cabeza de cartel en un local de música más pequeño a telonero de un artista importante no se sintió como un paso adelante. Se sintió como empezar de nuevo.
Años después, como académico estudiando la industria musical, me encontré volviendo a esta pregunta: ¿Abrir para un artista importante ayuda a la carrera del otro artista?
Existe la suposición de que es un billete de oro. Pero había visto a muchos teloneros, algunos increíblemente talentosos, desaparecer del centro de atención poco después de que terminara una gira. Si se supone que las giras son un trampolín hacia el éxito a largo plazo, ¿por qué tantos artistas prometedores se desvanecen en la oscuridad?
Estas preguntas se convirtieron en la base de mi estudio más reciente. Quería ver si estas oportunidades de alto perfil ofrecen algún beneficio para un cantante o una banda, o si eran más bien un subidón de azúcar, proporcionando poco más que un breve impulso de exposición.
Es más difícil destacar entre la multitud
La música popular es una industria global de 28.600 millones de dólares, y el consumo de música, según un informe de 2025 de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica, se encuentra en su punto más alto. La gente de todo el mundo ahora dedica un promedio de 20,7 horas a la semana a escuchar música en la radio, plataformas de streaming, vinilos, CDs y redes sociales.
La facilidad para escuchar y grabar música presenta tanto una oportunidad como un desafío para los artistas aspirantes.
Por un lado, las plataformas de streaming como Spotify y Apple Music han eliminado a los guardianes tradicionales, lo que hace que sea más fácil que nunca lanzar música y llegar a una audiencia global. Pero estas plataformas también han saturado a los oyentes con contenido, y el descubrimiento está dictado más por algoritmos que por el boca a boca, los circuitos de giras locales o el desarrollo tradicional de artistas.
Las redes sociales, especialmente TikTok, pueden lanzar a un artista desconocido al estrellato viral en cuestión de días. Sin embargo, la capacidad de atención de las audiencias digitales es fugaz. La mayoría de la gente consume música pasivamente, a menudo a través de listas de reproducción que no crearon y que quizás ni siquiera recuerdan.
En otras palabras, nunca ha sido tan fácil que te escuchen. ¿Ser reconocido y mantenerse relevante? Ese es el verdadero desafío.
Para los artistas que intentan abrirse paso, ya no se trata de elegir entre hacer giras o publicar contenido. Se trata de hacer ambas cosas, constantemente, a un alto nivel.
Beneficios fugaces
Pero si bien las giras como cabeza de cartel a menudo se consideran un marcador de éxito, muchos artistas emergentes dan sus primeros pasos en escenarios nacionales como teloneros, lo que plantea la pregunta: ¿abrir para un artista importante realmente conduce a un crecimiento profesional significativo?
En mi estudio, analicé los datos de giras y streaming de 57 teloneros en importantes giras estadounidenses en 2022 y 2023. Para este proyecto, “importante” se refería a giras promocionadas a nivel nacional, con entradas y en locales con capacidad para 2000 personas o más, como “Love On Tour” de Harry Styles, la gira de primavera en estadios de Paramore y “Laurel Hell Tour” de Mitski. Estas giras atrajeron grandes bases de fans dedicados, ofreciendo a los artistas teloneros una exposición significativa.

Utilizando plataformas como Pollstar, Songkick y Chartmetric, rastreé la audiencia de cada artista en Spotify cuatro semanas antes de la gira, durante la gira y cuatro semanas después de la gira. También realicé encuestas a 500 fans para comprender mejor cómo la gente descubría e interactuaba con los teloneros.
Los resultados fueron reveladores. La mayoría de los teloneros experimentaron un aumento en el streaming durante la gira, generalmente entre el 18% y el 20%, y algunos incluso superaron el 200%.
Pero ese impulso rara vez se mantuvo. En cuestión de semanas, las reproducciones a menudo disminuían entre un 6% y un 10%, o volvían a sus niveles previos a la gira por completo. Si bien algunos artistas lograron retener a nuevos oyentes, la mayoría vio cómo las ganancias se desvanecían rápidamente. E incluso cuando el público disfrutó del set de un telonero, su interés se marchitó: pueden haber escuchado una o dos canciones después del espectáculo, pero pocos se convirtieron en oyentes habituales.
Estos hallazgos desafían la narrativa de larga data de que abrir para un artista importante es un camino seguro hacia el crecimiento profesional. La exposición ayuda, pero no es suficiente por sí sola. Sin una estrategia clara posterior a la gira, esa atención se desvanece rápidamente.
Los algoritmos no pueden generar lealtad
No estoy tratando de disuadir a las bandas aspirantes de salir de gira. Lejos de eso. Las giras siguen siendo una parte crucial para construir una base de fans.
En un panorama definido por el consumo pasivo, todavía hay algo poderoso en la experiencia compartida de la música en vivo. Una actuación puede crear una conexión emocional que una transmisión simplemente no puede.
Hoy en día, el descubrimiento a menudo comienza con una lista de reproducción. Alguien escucha una canción y tal vez la agrega a su rotación. Pero rara vez hacen clic para obtener más información sobre el artista. Los oyentes siguen la lista de reproducción, no a la persona detrás de la música. Muchos artistas aparecen en listas de reproducción importantes y llegan a generar decenas de miles de reproducciones. Otros incluso se volverán virales en las redes sociales. Y aun así, no pueden vender más de 25 entradas para un concierto local.
Las actuaciones en vivo ofrecen algo diferente. Un gran set puede convertir a un oyente casual en un verdadero fan. He oído a innumerables personas decir que un concierto en particular cambió la forma en que experimentaban la música de ese artista, que dejó una impresión duradera y forjó un vínculo con el cantante o el grupo.
Ese tipo de lealtad no proviene de un algoritmo. Proviene de estar en la sala. Y con más de 100.000 canciones subidas a los servicios de streaming cada día, los artistas necesitan usar todas las herramientas que puedan para destacar.
Abriéndose paso entre el ruido
En una era en la que los ingresos por streaming son notoriamente escasos, las giras se han convertido en una de las pocas fuentes de ingresos fiables para los artistas en activo. Los principales artistas en 2017 obtuvieron el 80% de sus ingresos de las giras, el 15% de la música grabada y el 5% de las tarifas de publicación.
Aunque las giras distan mucho de ser una garantía –especialmente si no eres el cabeza de cartel, como muestra mi investigación– siguen siendo una de las pocas formas que quedan para abrirse paso entre el ruido. En la encuesta que realicé para mi estudio, el 68% de los asistentes a conciertos dijeron que descubrieron al menos un nuevo artista a través de un telonero, y el 39% dijo que el telonero influyó en la compra de su entrada.
Y hay historias de éxito: casos en los que las actuaciones como telonero han ayudado a lanzar carreras duraderas.
Billie Eilish fue telonera de Florence + The Machine al principio de su carrera, utilizando esa visibilidad para construir un enorme número de seguidores. Taylor Swift, en particular, tiene fama de elegir futuras estrellas: Justin Bieber, Ed Sheeran, Shawn Mendes, Sabrina Carpenter y Chappell Roan fueron todos teloneros suyos antes de convertirse en nombres importantes.
Estos ejemplos son atípicos, por supuesto. Para la mayoría de los teloneros, la visibilidad llega rápidamente pero se desvanece igual de rápido.
Los artistas de hoy necesitan más que un gran momento. Debe haber algún tipo de plan, ya sea lanzar contenido nuevo, crear una identidad sólida o encontrar formas para que los nuevos fans sigan comprometidos después de que termine el espectáculo.
Porque al fin y al cabo, no se trata de ser visto una vez. Se trata de ser recordado.
Fuente: The Conversation/ Traducción: Mara Taylor