por DIPUO WINNIE KGOTLENG y ROBYN PICKERING
El vuelo comercial de Virgin Galactic despegó hacia el espacio el 8 de septiembre de 2023 con dos pilotos de la compañía a bordo, un instructor, tres pasajeros privados y fósiles de antiguos parientes prehumanos de Sudáfrica. El multimillonario Timothy Nash, un hombre de negocios, llevaba en su equipaje una clavícula perteneciente a un Australopithecus sediba y el hueso del pulgar de un espécimen de Homo naledi.
El breve viaje de los fósiles –el vuelo del VSS Unity duró apenas una hora– fue organizado por el paleontólogo Lee Berger, director del equipo que descubrió y describió a Homo naledi en 2015.
Permiso de exportanción
En julio, la Agencia Sudafricana de Recursos Patrimoniales (SAHRA) concedió a Berger un permiso de exportación para llevar los fósiles desde el país hasta la base de lanzamiento estadounidense del VSS Unity. SAHRA es un “organismo administrativo nacional responsable de la protección del patrimonio cultural de Sudáfrica”.
A pesar de contar con los permisos en regla, el acontecimiento provocó la indignación de decenas de investigadores de la evolución humana de Sudáfrica y otros muchos países. Algunos lo han calificado de “poco ético” y de “estrategia publicitaria”.
Berger aún no respondió al enojo desatado. En una declaración citada por Nature, la SAHRA se mostró satisfecha porque “la publicidad que se ha conseguido compensa el riesgo propio de un viaje de esta naturaleza”.
¿Por qué se enojaron los científicos?
Hay varias razones.
Una es la amenaza que supone para el patrimonio sudafricano. Según la política de permisos de SAHRA, los fósiles de esta naturaleza sólo pueden viajar con fines científicos y deben ir bien embalados para evitar daños.
En este caso, los fósiles viajaron por el espacio en un tubo sellado, y luego se guardaron en el bolsillo de un individuo mientras flotaba libremente.
Además, no había ninguna razón científica que justificara que estos fósiles viajasen al espacio. Exponerlos no generó ningún conocimiento nuevo y no sirvió a ninguna comunidad, ni local ni internacional.
En cuanto a posibles daños, las dosis de radiación a las que se expusieron estos especímenes durante el viaje podrían haber alterado de forma permanente la microestructura de los fósiles, lo que afectaría a cualquier dato que pudiera necesitarse en el futuro.
Una segunda cuestión es que la clavícula de A. sediba es un espécimen tipo: es el ejemplo físico original de la especie y, si dicho espécimen se pierde o se destruye, desaparece para siempre.
Por último, el envío de los fósiles al espacio puso de manifiesto las desiguales relaciones de poder a la hora de acceder a este valiosísimo patrimonio.
Como ejemplo, algunas comunidades locales, como los habitantes de Taung, donde en 1924 se descubrió un cráneo infantil de 2,8 millones de años de antigüedad apodado el niño de Taung, han solicitado acceso a especímenes fósiles originarios de sus zonas, sin conseguirlo. En el caso del niño de Taung, se han mantenido conversaciones durante mucho tiempo para que la universidad donde está guardado devuelva el cráneo.
Entonces, ¿sólo los blancos ricos y famosos tienen acceso a los fósiles? ¿Las comunidades pobres no tienen acceso a los mismos privilegios?
La solicitud a SAHRA del profesor Berger para obtener los permisos decía que era una “oportunidad única en la vida para dar a conocer la ciencia, la exploración, los orígenes humanos y Sudáfrica y su papel en la comprensión de la ascendencia africana compartida por la Humanidad”.
No estamos de acuerdo. ¿Qué comunidad participó en el vuelo? ¿Qué participación tuvo la ciencia? Seguramente ninguna comunidad sudafricana o africana participaron en este acto.
¿Estamos ante un caso de colonialismo de restos humanos?
Es un ejemplo de lo que llamamos neocolonialismo. La ciencia de la evolución humana tiene un largo y oscuro pasado de explotación y extracción. Los principales perpetradores del colonialismo en el pasado fueron hombres blancos privilegiados, por lo que este último suceso resulta familiar. No está bien que se produzca algo así en 2023.
Nuestro campo de investigación, y el estudio de nuestros orígenes, están empezando a lidiar con su pasado, y hemos hecho algunos progresos en la última década. Algo así nos devuelve a los viejos tiempos.
¿Y ahora qué?
Varios organismos profesionales de diversas regiones africanas han emitido declaraciones expresando su descontento por el tratamiento de los fósiles.
Diversas ramas de la comunidad de paleocientíficos, como la Asociación de Arqueólogos Profesionales del Sur de África, han pedido directamente a SAHRA y a la Autoridad de Gestión de la Cuna de la Humanidad (responsable de preservar el sitio del patrimonio mundial donde se hallaron los fósiles) y al gobierno que emitan un comunicado, para los científicos y para el público sudafricano en general.
También estamos presionando para que estas organizaciones reflexionen y debatan cambios necesarios en su política de permisos.
Confiamos en que la indignación que hemos demostrado evitará que algo así vuelva a ocurrir en el futuro.
Fuente: The Conversation/ Traducción; Maggie Tarlo