
por PRIYANKA BORPUJARI, IAN M. COOK, ÇIÇEK ILENGIZ, FIONA MURPHY, JULIA OFFEN, JOHANN SANDER PUUSTUSMAA, RICHARD THORNTON, SUSAN WARDELL y EVA VAN ROEKEL
Imagina el momento en que te encuentras por primera vez con una pieza de etnografía creativa —un poema, una actuación, una imagen— que habla al corazón de la experiencia humana de maneras en que los textos académicos tradicionales rara vez lo hacen. Te conmueve, te desafía, quizás te inquieta. ¿Pero qué sucede después? ¿Simplemente aprecias el trabajo y te marchas, o hay algo más profundo en juego en este encuentro? ¿Qué pasaría si, en cambio, viéramos este momento como una invitación, una llamada a participar en el mismo tipo de diálogo riguroso que da forma al mundo de la investigación académica, pero con un espíritu de apertura y colaboración?
El trabajo creativo, al igual que la erudición tradicional, prospera en el intercambio, y la revisión por pares no es solo una tarea de procedimiento. Es un acto de co-creación, una oportunidad para entrar en conversación con el trabajo y su creador, para dar forma y ser moldeado por el proceso. ¿Qué pasaría si pudiéramos reimaginar la revisión por pares no como un ejercicio de marcar casillas, sino como un espacio para el crecimiento creativo e intelectual, tanto para el revisor como para el revisado?
Aquí es donde comenzamos: con la idea de que la revisión por pares, cuando se aplica a la antropología creativa, puede ser una práctica transformadora, una que va más allá de los confines rígidos de la evaluación académica convencional y hacia algo más expansivo, más generoso. ¿Pero cómo llegamos allí? ¿Cómo pasamos del escepticismo a la posibilidad, de la crítica a la colaboración?
¿Qué es la revisión creativa y por qué hacerla?
El trabajo creativo en antropología no es un fenómeno nuevo. Desde que ha habido antropólogos, ha habido quienes han sentido la necesidad de ir más allá de las formas académicas, de rascar los bordes de lo posible, de buscar otras formas de evocar la complejidad de la vida. Estos antropólogos siempre han estado ahí, experimentando silenciosa o audazmente con medios fuera de las formas estándar del artículo de revista y la monografía: explorando la poesía, el arte visual, la performance, el cine. Pero aun así, sabemos que habrá quienes se burlarán, quienes dirán que esto no es antropología “real”. Y también sabemos que “creativo” como término está cargado de sus propios supuestos, su propio bagaje: romantizado, descartado, incomprendido o mal utilizado.

Quizás podríamos llamar a estos trabajos “no estándar”, o “experimentales”, o simplemente “otros”, pero creemos que eso ignoraría la larga presencia de lo creativo en la antropología. Algunos están abriendo nuevos caminos; otros se basan en géneros artísticos establecidos pero aún se perciben como no convencionales dentro de la disciplina propiamente dicha. Pero aquí está la cuestión: hay una larga historia en la antropología de ver la escritura misma como algo más que una forma de presentar hallazgos. La escritura es parte del proceso, una forma de pensar a través del trabajo, de evocar las experiencias de la vida. Entonces, ¿por qué estas formas de escritura, o modos alternativos de comunicación, no abrirían nuevas formas de conocimiento? Los textos creativos no se tratan solo de describir el mundo de manera más evocadora; también se tratan de explorar, analizar y teorizar.
No estamos sugiriendo que la antropología creativa sea superior a las formas tradicionales con las que estamos familiarizados. Pero sí estamos argumentando que es igual. Estos trabajos a menudo hacen las mismas preguntas, se enfrentan a los mismos desafíos intelectuales, simplemente toman diferentes caminos para llegar allí. Es por eso que necesitamos tomar en serio los trabajos creativos, aplicándoles los mismos estándares de rigor y compromiso que a cualquier otro producto académico, al mismo tiempo que respetamos las herramientas y estrategias específicas que aportan. Un proceso de revisión por pares que honra tal igualdad no baja el listón, expande el campo.
La antropología, después de todo, nunca sigue un solo camino. Su investigación nos lleva por innumerables caminos bifurcados; entonces, ¿por qué no deberían nuestros modos de comunicación hacer lo mismo? Abogamos por la diversidad y la pluralidad no solo en lo que estudiamos, sino también en cómo articulamos nuestros hallazgos. Algunos pueden encontrar un profundo placer en el rigor de la prosa académica, mientras que otros lucharán con su densidad, buscando otra forma de entrar. La antropología creativa tiene el potencial de mostrarnos que todo trabajo académico implica creatividad, y de impulsarnos a ampliar nuestra definición de lo que cuenta como “creativo” o “académico” en primer lugar, para abrir lo que puede reconocerse como conocimiento.
El trabajo creativo, por su propia naturaleza, complica la política de la citación, ya que va en contra de los límites rígidos que definen la legitimidad en el discurso académico. Al pasar por alto las formas creativas como textos académicos, corremos el riesgo de reforzar las mismas jerarquías excluyentes que durante mucho tiempo han marginado voces basadas en la raza, el género y otras identidades, afianzando aún más las definiciones estrechas de conocimiento y autoridad en el campo. Revisar el trabajo creativo, entonces, se convierte en un acto radical, uno que puede desafiar la base misma de lo que se considera “conocimiento” en antropología, al permitir que este trabajo se tome en serio y sea citado por otros académicos. De hecho, citar el trabajo creativo es validarlo como parte del ecosistema académico. Esta validación es crucial no solo para el reconocimiento de los académicos individuales, sino para el reconocimiento más amplio de las metodologías creativas como formas legítimas de investigación antropológica.
No pretendemos zanjar debates sobre los límites entre ficción y etnografía, arte y antropología, u otros debates similares, aunque tampoco pretendemos disolverlos por completo. En cambio, argumentamos que el proceso creativo —emprendido con seriedad ética e intelectual— también es antropología “apropiada”. Exige la misma rendición de cuentas política y académica. Tiene la misma responsabilidad hacia los interlocutores y colaboradores. Y ofrece contribuciones al conocimiento antropológico que no son menos sustantivas, a menudo a través de modos de argumentación afectivos o no racionales. Hay más potencial: el trabajo creativo puede hacer que la antropología sea accesible, involucrando no solo a otros académicos sino también a estudiantes, públicos más amplios y aquellos que están al margen de la vida académica.
Finalmente, creemos que someter el trabajo creativo a una rigurosa revisión por pares mejora su legitimidad dentro del campo. Si realmente vemos valor en estas piezas, entonces deberían ser igualmente citables y dignas de ser incluidas en la conversación académica. Estos resultados deberían figurar por igual en los currículums vitae, contar para las promociones y ser reconocidos como contribuciones rigurosas y especializadas a la antropología. El proceso de revisión por pares —a través del diálogo, la revisión y la reflexión crítica— garantiza que el trabajo creativo cumpla con los altos estándares que esperamos de toda la erudición.
¿Quién puede hacer revisiones creativas?
¿Quién, entonces, está mejor posicionado para revisar el trabajo creativo? La respuesta no reside únicamente en aquellos que tienen dominio sobre un género particular o experiencia técnica. De hecho, existe un argumento convincente de que acercarse a una pieza creativa desde un lugar de “no comprensión” puede ser ventajoso. Al igual que los académicos experimentados que lidian con textos teóricos densos o ideas abstractas, los revisores de trabajos creativos pueden encontrar que su lucha con lo desconocido produce ideas que aquellos inmersos en los detalles técnicos del género podrían pasar por alto. Esta incomodidad o desorientación, en lugar de ser un defecto, abre nuevos espacios para la interpretación y nuevas preguntas sobre la naturaleza del significado, la forma y los límites de la investigación dentro de la antropología.
El trabajo creativo se resiste a la fácil comprensión o a la categorización ordenada. Está diseñado para provocar, inquietar e interrumpir. Un revisor que reconoce que no “entiende” completamente la pieza, pero permanece abierto a su experiencia, puede estar en una posición ideal para participar en el tipo de diálogo generativo que exige el trabajo creativo. Al igual que interactuar con un texto académico cargado de jerga impenetrable, el desafío del trabajo creativo invita al revisor a mirar más allá de la superficie, a preguntar no solo qué es el trabajo sino qué hace: cómo se mueve, cómo inquieta, qué hace posible. De esta manera, el trabajo creativo desafía cualquier lectura fija o final, y también debería hacerlo su proceso de revisión.
Es por eso que la revisión creativa no debería ser dominio exclusivo de los especialistas en el género. Pertenece a cualquiera que esté en sintonía con el valor de la exploración, la imaginación y el diálogo dentro del trabajo académico. El papel del revisor no es dominar el trabajo o descifrarlo por completo, sino participar reflexivamente con las posibilidades que presenta. ¿Qué provoca el trabajo? ¿Qué conversaciones inspira? ¿Qué formas de conocimiento y experiencia interrumpe o hace visibles? Estas son las preguntas críticas al revisar el trabajo creativo, y desplazan el énfasis de la precisión técnica al compromiso intelectual. Al hacerlo, democratizan el papel del revisor e invitan a una comunidad más amplia de académicos a la conversación. ¿Qué pasaría si consideráramos el trabajo creativo como un sitio legítimo para la teorización, para ampliar los límites de lo que puede ser la antropología? Adoptando este enfoque, el papel del revisor no es meramente evaluativo sino participativo. Se convierten en co-creadores de significado, dando forma al discurso en torno al trabajo de maneras que invitan a una mayor investigación.
Este cambio nos obliga a reconsiderar lo que se considera “revisable” dentro de la antropología. Así como la antropología ha ampliado su conjunto de herramientas metodológicas para incluir formas como el cine etnográfico, las novelas gráficas y la performance, también deben evolucionar sus modos de crítica. Los revisores deben comprometerse con el espíritu del trabajo creativo: sus exploraciones, sus riesgos y su negativa a encajar perfectamente dentro de los paradigmas existentes.
La revisión creativa exige un cambio en la cultura de la revisión por pares en sí misma. Tradicionalmente, el proceso se ha enmarcado como un ejercicio de control de acceso, un método para mantener los estándares académicos mediante la evaluación del rigor metodológico o la contribución teórica de un trabajo. Pero cuando se trata de trabajo creativo, el proceso de revisión debe volverse más dialógico, más abierto. De hecho, el acto mismo de revisar el trabajo creativo podría llevar a los revisores a reconsiderar sus propios supuestos sobre lo que constituye la antropología. Interactuar con el trabajo creativo puede poner de manifiesto las tensiones entre forma y contenido, entre los elementos visuales, auditivos o performativos de una pieza y su significado antropológico. Revisar el trabajo creativo es participar en una conversación continua, una que reconoce la falibilidad de la comprensión, la provisionalidad de la interpretación y las posibilidades generativas del intercambio intelectual y creativo. De esta manera, la revisión creativa por pares se convierte en una parte vital del futuro de la antropología, impulsando a la disciplina hacia un horizonte más expansivo, inclusivo e imaginativo.
Empatía crítica en la revisión creativa por pares
La revisión por pares del trabajo antropológico creativo requiere un modo particular de encuentro. Es una invitación, un intento de fomentar la imaginación; tanto de los creadores individuales como de los lectores, y de la disciplina en su conjunto. Postulamos la revisión creativa antropológica por pares como un ejercicio de empatía crítica. Aquí, seguimos la lectura de “empatía crítica” de Andrea Lobb, que intenta recuperar alguna forma de empatía al tiempo que reconoce la “imbricación irreducible de la empatía y el poder” (Lobb, 2017, p. 1). En este sentido, podemos entender la empatía crítica como un acto que involucra tanto resonancia emocional como intelectual, uno que permanece agudamente consciente de las relaciones de poder. Esta forma de empatía no es pasiva; requiere ir más allá de la observación y entrar en un sentido encarnado de la experiencia del otro, sintiendo su camino hacia adelante sin perder de vista el contexto o la consecuencia. Se trata de participar activamente con las capas de significado, las tensiones y las preguntas sin resolver que presenta el trabajo.

Hollan y Throop (2008, p. 387) describen la empatía como una “perspectiva en primera persona sobre otro que involucra un aspecto emocional, encarnado o experiencial”. Cuando producimos trabajo creativo, revelamos partes de nosotros mismos —nuestras incertidumbres, nuestras preguntas, nuestros sueños— que pueden no encajar perfectamente dentro de los marcos académicos. Este acto de exposición es arriesgado y valiente, y nos exige confrontar y quizás cambiar nuestras suposiciones sobre el conocimiento, la experiencia y la autoridad. En el contexto de la revisión creativa por pares, la empatía podría significar entonces que los revisores aspiran no solo a apreciar la forma y el contenido de una pieza, sino también a imaginarse a sí mismos en el mundo que presenta, siendo conscientes de cómo las estructuras de poder dan forma tanto a la producción como a la recepción del trabajo. Requiere un equilibrio entre el sentimiento y la comprensión, una fusión de sintonía emocional e insight analítico. Esto puede parecer una voluntad de interactuar con el trabajo en sus propios términos, de convivir con la ambigüedad y de reconocer que su papel no es dictar sino dialogar, responder y nutrir.
La empatía crítica requiere inmersión en una obra, una apertura de sensibilidades que valora las texturas, los ritmos, las tensiones y los matices en la forma, el enfoque y la representación. Es un acto de ver más allá de la superficie, reconociendo las capas de pensamiento, emoción y oficio que se han invertido en la creación de algo que desafía los géneros y límites académicos tradicionales. De esta manera, la revisión se convierte en algo más que una evaluación; es una conversación, una que respeta la vulnerabilidad inherente al trabajo creativo. Tal práctica pide a los revisores que se inclinen hacia la ambigüedad, que honren lo que pueda estar sin resolver o ser provocativo, en lugar de domesticarlo para que encaje en categorías familiares. Aquí, el acto de revisión en sí mismo se transforma: ya no es meramente un juicio, sino un acto de cuidado y discernimiento, y de reconocimiento tanto de la pieza como de la persona. Cuando los revisores se permiten ser tocados por las texturas y los ecos del trabajo, mantienen una generosidad que refleja la apertura requerida para producirlo.
La empatía crítica requiere imaginación; ambas son co-constitutivas. Para ser un revisor empático, uno debe ser capaz de imaginar el mundo de vida más profundo que el artista está revelando. El buen arte siempre exige una interpretación imaginativa de su público; muestra pero no dice. Así como el arte trabaja para abrir la imaginación de su público, el revisor debe permitir que su intuición artística, su corazón y su espíritu informen su retroalimentación crítica. Nutrir la empatía crítica en nosotros mismos y en los demás exige más que simplemente escuchar o comprender; requiere que nos comprometamos con la complejidad, que permitamos que el trabajo creativo desafíe y reforme nuestras perspectivas. Es una práctica intelectual y emocional, una que insiste en confrontar la ambigüedad y convivir con las tensiones que surgen de la expresión creativa. Fomentar la empatía crítica es abrirnos al riguroso trabajo de interpretación manteniendo una apertura a ser cambiados en el proceso. De esta manera, la empatía crítica se convierte en una herramienta para expandir los límites de la erudición y profundizar nuestra investigación colectiva, todo ello preservando el rigor intelectual que impulsa las búsquedas creativas y antropológicas.
La empatía crítica también reconoce la falibilidad de la comprensión. Tal como señalan Hollan y Throop (2008), los límites del compromiso empático es que siempre es un proceso incompleto y dialógico. Por lo tanto, los revisores deben abordar el trabajo creativo con la humildad de saber que sus interpretaciones son solo una lectura posible. Este reconocimiento crea espacio para un proceso de revisión creativa por pares que sea expansivo, uno que valore la exploración creativa como una forma legítima de producción de conocimiento. Reconocer las limitaciones de nuestras propias interpretaciones invita así a un enfoque más expansivo y reflexivo de la revisión por pares, uno que abrace el trabajo creativo no como un acertijo que debe resolverse, sino como un espacio para la investigación y el diálogo continuos, y para el descubrimiento compartido. Un espacio para la exploración en lugar de la resolución. Al valorar la exploración creativa como una forma legítima de producción de conocimiento, nos abrimos a una comprensión más dinámica y flexible de la erudición. Este enfoque desplaza el papel del revisor de guardián a participante o colaborador, lo que a su vez puede ayudar a fomentar un entorno intelectual donde tanto la crítica como la creatividad prosperen.
Las piezas creativas no son problemas que deban resolverse, sino oportunidades para pensar de manera diferente, para expandir las formas en que abordamos la producción de conocimiento. La empatía aquí no se trata de suavizar la crítica, sino de comprender el trabajo en sus propios términos, con apertura intelectual. De esta manera, desplazamos el campo hacia una forma de erudición más inclusiva y dinámica, una que honra la naturaleza entrelazada de la creatividad, la teoría y la investigación. Al hacerlo, reconocemos la riqueza que proviene de trabajar a través de formas y voces, permitiendo que la antropología continúe evolucionando de maneras que sean tanto rigurosas como amplias.
La emoción de tomar el camino creativo en antropología
Imagina ahora que estás leyendo una reseña de tu propia pieza antropológica creativa. ¿Qué significa para ti recibir esta retroalimentación? ¿Cómo se siente leerla? ¿Cómo puedes avanzar ahora, para responder y revisar? ¿Podrías ser tan abierto a sus reflexiones como ellos (con suerte) lo fueron a tu trabajo? Es un proceso aterrador poner nuestro trabajo creativo en el mundo, y es por eso que necesitamos una comunidad solidaria y generosa en la cual hacerlo. Esperamos que nuestras reflexiones sobre la antropología creativa en el texto anterior te inspiren no solo a abrirte a la revisión creativa, sino también a tomar nosotros mismos el camino creativo en la antropología.
Sugiere un enfoque que no simplemente preserva lo “nuevo” en antropología, sino que crea un ethos de hospitalidad, donde el conocimiento se mantiene con la suficiente flexibilidad para acomodar perspectivas que los marcos convencionales podrían descartar como indeterminadas o incompletas. Lo que emerge es una antropología atenta a lo inestable, lo tentativo y lo contingente; un enfoque capaz de capturar la complejidad del mundo sin aplanarla en certeza. Como tal, el trabajo creativo no solo encuentra un lugar en el campo para establecerse; lo reforma, infundiéndole un compromiso ético con el encuentro en lugar del encierro. Este no es un proyecto de inclusión, sino de transformación, una práctica que mantiene a la antropología viva para el mundo que busca conocer.
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Referencias
Hollan, Douglas, and Jason C. Throop. 2008. “Whatever Happened to Empathy?: Introduction.” Ethos 36(4): 385–401.
Lobb, Andrea. 2017. “Critical Empathy.” Constellations: An International Journal of Critical and Democratic Theory 24(4): 597–401. https://doi.org/10.1111/1467-8675.12292
Fuente: AllegraLab/ Traducción: Maggie Tarlo