por HUSSEIN MASIMBI y PAULA UIMONEN
Comencemos con una perspectiva que tome nota cuidadosa de las palabras “la antropología dominante, como todas las disciplinas académicas, sigue siendo parte de un proyecto colonial más amplio” para subrayar “la inscripción de la colonialidad en el ADN de la antropología”, en la página 19 de Decolonizing ethnography: undocumented immigrants and new directions in social science, el libro de Carolina Alonso Bejarano, Lucía López Juarez, Mirian A. Mijangos García y Daniel M. Goldstein. Respondiendo a tales declaraciones, algunos lectores pueden murmurar algo sobre azotar caballos muertos, o sonreír ante otra tendencia pasajera en antropología, y posiblemente dejar de leer el resto. Sin embargo, hay algo que decir a favor de un número creciente de voces que piden la descolonización de la disciplina, instando a nuevas formas de hacer antropología. En la prestigiosa conferencia de la Asociación Antropológica Estadounidense (AAA) en Vancouver en 2019, la descolonización tuvo hasta 44 entradas en el índice del programa de la conferencia, más que cualquier otra palabra clave, y una de las quince sesiones ejecutivas se tituló “Métodos decoloniales: cambio de climas antropológicos entre interrupciones metodológicas”. Parece que ha llegado el momento de tomar en serio la inscripción de la colonialidad en la antropología dominante y explorar alternativas.
El libro de coautoría Decolonizing Ethnography tiene como objetivo “ofrecer una guía para aquellos que deseen expandir el potencial de la etnografía para servir como un medio de transformación social y descolonización”, como se indica en la contraportada. Descolonizar la etnografía es, por supuesto, una tarea ardua, que los autores abordan de manera sucinta, no solo en la teoría, sino también en la práctica. Las autoras sitúan su trabajo en la trayectoria epistémica de la teoría feminista descolonial, poniendo en primer plano antropologías alternativas como la antropología feminista, la etnografía colaborativa, la antropología mundial y la antropología activista. Su revisión crítica de la historia de la disciplina y las alternativas a la antropología dominante proporciona una sólida introducción a la descolonialidad, que no debe confundirse con el poscolonialismo, mientras que su propio proyecto de investigación ofrece información sobre cómo la etnografía descolonial puede funcionar en la práctica. Aunque su proyecto se centró en inmigrantes indocumentados en los Estados Unidos, su enfoque es aplicable a muchos otros temas de investigación y contextos de investigación, enfatizando técnicas de investigación colaborativa y participativa.
Los autores argumentan de manera convincente que descolonizar la etnografía se trata de trabajar con y para las personas, desde el diseño de la investigación colectiva y la participación activa de los interlocutores como colaboradores de la investigación hasta el reconocimiento de los sujetos de la investigación antropológica como productores de conocimiento y constructores de teorías por derecho propio. Esto está muy lejos de la antropología extractiva que se basa en la teoría del Norte global y los datos del Sur global para la construcción de carreras en entornos académicos de élite, con poco o ningún beneficio para las personas consideradas objetos en lugar de sujetos.
Desde otra perspectiva, la antropología, al ser un estudio basado en las personas y su cultura, utiliza diferentes enfoques, y tiene buenas posibilidades de jugar un papel importante para sacar a relucir las voces de los grupos marginados, el otro, avanzando así la descolonización.
Los autores hacen una buena contribución a la concienciación de los antropólogos y otros científicos sociales para tratar a sus sujetos de manera justa y ayudarlos a ser el cambio que quieren ser, en lugar de convertirlos en víctimas de las interpretaciones y conceptos erróneos de los académicos. Los autores muestran cómo sus coautores los han ayudado a cambiar su enfoque, ya que los reconocen como coautores en función de su trabajo y el papel que desempeñaron, en lugar de asistentes de investigación.
Descolonizar la antropología es un desafío, especialmente desarrollar suficientes estudios que no estén sesgados ni se basen en interpretaciones y enfoques coloniales del llamado Occidente.
Los autores han elegido representaciones musicales y teatrales para difundir sus hallazgos e involucrar directamente a los sujetos de investigación. Ese fue un muy buen enfoque para presentar resultados, especialmente para llegar a más personas. Es posible que esto no se aplique a algunos temas, pero es responsabilidad del antropólogo pensar en el mejor enfoque para aportar comentarios y compartir los resultados de su estudio con los lugareños/sujetos, en lugar de centrarse únicamente en sus propios beneficios académicos personales y su estatus. El activismo y la defensa en antropología también se tratan en este libro. Los autores dedican los primeros cuatro capítulos a educarnos sobre su enfoque, metodología y analizar la situación en relación con su proyecto.
Creemos que este será un libro importante para aquellos interesados en convertirse en antropólogos, así como para los antropólogos establecidos. Les ayudará a comprender mejor su papel no solo como académicos, sino también a la hora de involucrar a sus sujetos en el proceso de investigación. El libro nos anima a abrir nuestras mentes, abordar el impacto colonial en la academia, para descolonizarnos y liberarnos de la colonización intelectual y académica. Este es un llamado para que los antropólogos empoderen a otros para que hablen por sí mismos, interpreten, teoricen y trabajen en su desarrollo, de acuerdo con sus propios intereses y para contribuir con su conocimiento local al resto del mundo.
Fuente: AAA/ Traducción: Alina Klingsmen