por ZANE DATAVA – Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología
Una batería de automóvil se encuentra sobre una mesa en una instalación industrial en los suburbios. Se necesitan al menos dos personas para manipular esta batería de litio de automóvil usada y defectuosa. Hay precauciones a considerar: la batería debe descargarse completamente, colocarse sobre una mesa, examinarse y desmontarse. La mesa y los cuidados, los singulares uniformes de protección, guantes y precauciones, se asemejan a la mesa de operaciones de un hospital. Diariamente sólo se examinan unas pocas baterías, ya que se trata de un proceso muy individual. Hasta el momento sólo hay unas pocas baterías; la mayoría ha superado el pronóstico de su longevidad y dura más de lo previsto.
En una oficina sostengo un pequeño frasco de vidrio lleno de una masa negra. Las partículas negras brillantes son lo que queda de las baterías de litio trituradas. La masa es preciosa: sus materiales de litio, muy valiosos y muy necesarios, se pueden recuperar y volver a poner en producción.
Se necesita un entorno totalmente estéril y controlado, como un laboratorio, para trabajar con materiales de baterías, especialmente litio. Los técnicos utilizan una caja grande y sellada para trabajar con los materiales de la batería mediante guantes largos que llegan hasta el interior.
Activistas del norte de Noruega pasan un verano en un campamento cerca de un fiordo, protestando por la reapertura de una mina de cobre cercana y los planes de eliminar los residuos mineros en el agua. Nos sentamos en círculo en el Sami lavvo (tienda de campaña), mientras preparamos café al fuego y escuchamos las historias sobre las protestas de hace cuarenta años.
“Sí, es fascinante; siento que es como el aceite nuevo”, dice un empleado de una de las fábricas de baterías.
Un día, sostengo una barra de cobalto en la instalación industrial. La vuelvo a colocar con cuidado en una caja con otras barras de cobalto, todas preciosas y perfectamente formadas.
Fuente: AAA/ Traducción: Maggie Tarlo