Una invasión silenciosa

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por TULLIO DA SILVA MAIA – Universidad de Ámsterdam

La pandemia de Covid-19 en 2020 llamó la atención sobre seres invisibles y en general solo percibidos en situaciones de enfermedad: los virus. Compuestos por un fragmento de ADN o ARN envuelto por una cápsula proteica, los virus son entidades que van acompañadas de una dinámica bioquímica compleja. Un ejemplo de complejidad son los intercambios químicos que realizan con receptores de membranas celulares de otros seres, que resultan en la invasión de la célula anfitriona (Laureti et al. 2018). En una invasión exitosa, los virus se mantienen escondidos y los mecanismos de defensa de la célula no son activados. En general, la presencia de cuerpos extraños en una célula estimula su apoptosis (una muerte celular programada), pero algunos virus tienen la capacidad de eludirla. Esta capacidad es conocida como “mímica molecular de los reguladores apoptóticos”, que es producida en marcadores químicos de la superficie viral que facilitan su entrada y su permanencia en la célula anfitriona (Amara y Mercer 2015).

La mímica molecular podría entenderse como un disfraz que permite una invasión silenciosa de la célula. La mímica como parte de las estrategias biológicas es una idea usual en las ciencias naturales, como expuesto por los principios de la mímica Batesiana (Tomizuka y Tachiki 2024). Un caso clásico de la mímica Batesiana aplicada como estrategia de defensa es el de la mariposa búho, que simula, en sus alas, los ojos de sus propios depredadores (Nur 1970). La mímica, sin embargo, también inspira formulaciones sobre mimesis en las ciencias sociales (ver Taussig 1993), e incluso en los más recientes debates multiespecie. Así lo han hecho, por ejemplo, Nils Bubandt y Rane Willerslev en su exploración sobre la caza de alces y los mitos de los Yukaghir de Siberia (2015, 6): en esos mitos, los cazadores, con el fin de seducir a su presa, se ponen vestimentas que los hacen parecer un alce. En estas prácticas, los ropajes son una manera de honrar al Otro, pero de tal modo que es posible acceder a ese Otro corporalmente para entenderlo y, en última instancia, matarlo. Así, el cazador adopta en su propio cuerpo características de la presa, pero siempre manteniendo el cuidado de no cruzar la línea entre cazado y cazador, pues hacerlo podría ser fatal para el último (ibid., 13–16).

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En esta lógica, la mímica y la mimesis son mecanismos de intermediación entre especies distintas que juegan con las fronteras entre la identidad y la alteridad. Esta es una imagen conceptual que me ayuda a pensar los virus. Además de permitir que se mantengan imperceptibles para la célula anfitriona, sus interacciones químicas con los receptores celulares pueden ser fácilmente pensadas como parte de relaciones embaucador-embaucado. Pero, hay una diferencia fundamental entre los embaucadores miméticos que protagonizan relaciones de depredación (como en los debates multiespecie) y los que encontramos en el parasitismo vírico. Mientras para el primero la muerte del Otro es la condición básica para producir y mantener la propia vida, en el parasitismo viral se produce algo más: en este caso, se genera un intenso intercambio de material genético entre parásito y anfitrión que sólo es posible bajo la premisa de que ambos sobrevivan.

El parasitismo, entonces, es un enredamiento donde la mímica no implica engaño y muerte, como sí ocurre en los procesos de depredación. Por el contrario, el parasitismo es un mecanismo de enredamientos que, a largo plazo, resulta en co-constituciones vitales entre virus y organismos. Aunque conlleven amenazas para la salud humana y no humana, los virus son buenos modelos para producir nuevas metáforas sobre la vida. En concreto, es posible pensarlos como multiplicadores de especies, ya que construyen sus propias identidades intra-actuando con los otros (Lowe 2010, 625–26). La antropóloga Theresa Macphail sugiere que los “humanos no son nada más que virus con smartphones y zapatos” (2014, 11). Esa analogía refleja el hecho de que los virus no son fácilmente separables—ni material ni conceptualmente—de sus anfitriones (ver Ujvari 2022).

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No es mi intención obviar aquí los aspectos negativos de los encuentros con el virus. Con toda certeza, el esfuerzo por mantenerlos separados de nuestros cuerpos es en muchas ocasiones importante. Pero es igualmente importante recordar que, desde una perspectiva viral, los cuerpos son ellos mismos un ecosistema complejo y heterogéneo. Por eso, sugiero que, pensando desde las relaciones parasitarias, es posible entender que el embaucador produce mímicas y mimesis que desdibujan las fronteras ontológicas entre parásitos y anfitriones. Ellos también producen ecologías que saludan a las ambivalencias de la vida y la muerte, el embaucador y el embaucado, y a otras potencialidades que permiten ‘vivir con’ en los mundos multiespecie.

Referencias

Amara, Ali, and Jason Mercer. 2015. “Viral Apoptotic Mimicry.” Nature Reviews Microbiology 13, no. 8: 461–69.

Bubandt, Nils, and Rane Willerslev. 2015. “The Dark Side of Empathy: Mimesis, Deception, and the Magic of Alterity.” Comparative Studies in Society and History 57, no. 1: 5–34.

Laureti, Mathilde, Divya Narayanan, Julio Rodriguez-Andres, John K. Fazakerley, and Lukasz Kedzierski. 2018. “Flavivirus Receptors: Diversity, Identity, and Cell Entry.” Frontiers in Immunology 9: 2180.

Lowe, Celia. 2010. “Viral Clouds: Becoming H5N1 in Indonesia.” Cultural Anthropology 25, no. 4: 625–49.

MacPhail, Theresa. 2014. The Viral Network: A Pathography of the H1N1 Influenza Pandemic. Ithaca: Cornell University Press.

Nur, Uzi. 1970. “Evolutionary Rates of Models and Mimics in Batesian Mimicry.” The American Naturalist 104, no. 939: 477–86.

Taussig, Michael T. 1993. Mimesis and Alterity: A Particular History of the Senses. New York: Routledge.

Tomizuka, Haruto, and Yuuya Tachiki. 2024. “The Eco-Evolutionary Dynamics of Batesian Mimicry.” Journal of Theoretical Biology 577: 111683.

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Ujvari, Stefan Cunha. 2022. A História Da Humanidade Contada Pelos Vírus. 2.a ed. São Paulo: Editora Contexto.

Fuente: SCA

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Observatorio de ciencias antropológicas.

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